Miel cruda y cristalizada: un proceso natural explicado

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Y sí, como podés apreciar en la foto, está totalmente cristalizada. Este detalle no solo no es un problema, sino todo lo contrario: es una garantía de autenticidad, pureza y origen botánico definido. Te contamos por qué.

En los meses fríos, muchas personas se sorprenden al encontrar que la miel que compraron, líquida y fluida en verano, ahora está densa o directamente sólida. ¿Está pasada? ¿Se echó a perder? Nada más lejos de la verdad. Lo que estás viendo es un fenómeno natural que ocurre en las mieles crudas y puras, especialmente en aquellas producidas en regiones con floraciones silvestres y biodiversas como el norte de Santa Fe.

La cristalización se debe a la proporción de azúcares naturales, principalmente glucosa y fructosa. Cuando la miel tiene un contenido elevado de glucosa, tiende a solidificarse más rápido. Además, la temperatura ambiente influye: entre 10 y 15 °C, las moléculas de glucosa se agrupan formando cristales.

Este proceso no altera en lo más mínimo las propiedades de la miel. No hay pérdida de calidad, ni de sabor, ni de beneficios. Al contrario, es una muestra clara de que no ha sido pasteurizada, ni filtrada agresivamente, ni adulterada con jarabe de maíz, azúcar común o glucosa industrial, como lamentablemente ocurre con muchas mieles del mercado. Es una miel cruda, extraída en sala habilitada, sin calentamiento ni manipulación que altere su composición natural.

Si querés usarla en estado líquido, lo podés hacer fácilmente con un baño maría suave, sin superar los 40 °C. De esta forma, no perdés enzimas ni compuestos beneficiosos, como sí ocurriría si la calentaras en microondas o a fuego directo.

Cuando ves miel cristalizada, estás frente a una miel real, sin intervenciones industriales ni engaños. Es el resultado de un trabajo respetuoso con las abejas y el entorno, y solo queda invitarte a degustarla, con la textura y el aroma que solo una miel sin alterar puede ofrecer.

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