La miel: ese oro dulce que alimenta, condimenta y cura

Hace unos días me crucé con un artículo en la Revista Internacional de Dietética, realizado en colaboración con la Revista Alemana de Acupuntura, que lleva un título tan claro como sugerente: “La miel: producto alimenticio y medicinal eficaz contra la inflamación, la tos y la ronquera”. Justo andaba con la garganta tomada, buscando alguna receta distinta —más allá de las que ya conocemos— para combinar la miel con otros ingredientes que me ayudaran a aliviar. Y encontré algo mucho más valioso. El texto logra expresar con precisión algo que muchas y muchos apicultores sentimos desde siempre: la miel no es solo un alimento. Es cultura, salud… y puro placer.

Desde las abejas succionando néctar en Egipto hasta los rituales medicinales chinos o los remedios caseros de nuestras abuelas, la miel ha estado siempre entre nosotros. Y no como un producto más, sino como un tesoro natural de triple impacto.

Como alimento, es energía pura: rica en azúcares simples, minerales, enzimas y compuestos antioxidantes. Perfecta para combatir el cansancio, la debilidad y como complemento reconstituyente. Los egipcios ya la ofrecían como manjar sagrado, y en la medicina china se destaca su capacidad de fortalecer el bazo y humedecer el intestino.

Como condimento, su dulzor natural realza tanto platos fríos como calientes. Se utilizaba ya en la antigua Grecia para conservar frutas, y en la Edad Media los monjes preparaban el vino de miel fermentado o hidromiel. Hoy la encontramos en aderezos, salsas, panes y postres con ese toque de sofisticación natural que tanto nos gusta.

Como medicamento, es una de las sustancias más versátiles que nos dio la naturaleza. Sirve para calmar la tos, suavizar la garganta, tratar heridas, quemaduras e incluso infecciones resistentes. La famosa miel de Manuka, por ejemplo, se utiliza en hospitales por sus propiedades antibacterianas. La ciencia moderna lo confirma: la miel cura.

Desde la mirada de la medicina tradicional china, se le atribuyen propiedades para neutralizar el calor interno, humedecer la sequedad pulmonar, calmar la tos y el dolor de garganta, y aliviar el intestino seco (ideal en casos de estreñimiento crónico).

Mientras que, desde la dietética occidental, se destaca por su efecto emoliente, antiséptico, reconstituyente y su capacidad para modular el sistema digestivo.

El artículo cierra con dos recetas que, además de ser riquísimas, funcionan como verdaderos remedios naturales:

Pastel de miel de Navidad

Con jengibre, nuez moscada, canela, cáscara de naranja y una buena dosis de nueces, este pastel de miel tiene ese aroma que te envuelve y te lleva directo al hogar. Está pensado para reconfortar desde adentro, ideal para los días fríos: aporta energía, estimula la digestión y deja el cuerpo contento. Un postre cargado de tradición, con efecto tonificante y un sabor especiado que abraza. Perfecto para una Navidad europea, claro… porque acá, con el calorcito de diciembre, ¡sería una bomba deliciosa pero potente!

 Ensalada de repollo morado con queso de oveja y aliño de miel

Una propuesta fresca, sabrosa y con carácter. El contraste entre el sabor intenso del queso y la dulzura de la miel logra un equilibrio delicioso desde el primer bocado. Según la medicina china, fortalece el bazo y el estómago; y desde la mirada occidental, favorece la digestión y estimula el apetito. Sabemos que en Argentina no siempre es fácil conseguir queso de oveja, pero se puede reemplazar tranquilamente por un buen queso de vaca estacionado o incluso un queso azul si te animás a un sabor más profundo. Ideal para los días calurosos, cuando el cuerpo pide algo liviano, nutritivo y con ese toque especial que solo la miel puede dar. Este sí que lo hemos probado… ¡y está riquísimo!

¿Qué más decir? La miel, tan simple y tan compleja a la vez, nos conecta con nuestras raíces, con la tierra, con la sabiduría de quienes vinieron antes. Es alimento, medicina y condimento, sí, pero también es historia, cultura y biología viva. Leer sobre sus usos tradicionales y medicinales, redescubrir recetas que la celebran, y entender cómo las abejas la elaboran con paciencia y perfección no hace más que reafirmar lo que sentimos en cada cosecha: que trabajamos con un verdadero tesoro. En este camino de apicultura ecológica, donde todo se hace con respeto y amor, cada frasco de miel es una invitación a cuidarnos… y a cuidar el mundo que habitamos.

Y ahora, mientras cierro esta lectura tan rica en saberes, me voy a preparar un tecito tibio con miel cruda con unas gotitas de propóleos y limón, el clásico de toda la vida. Simple, efectivo y reconfortante. Nunca falla.

Por si te apetece leer el artículo aquí va la referencia:

Sidemtopp, U. (2010). La miel: producto alimenticio y medicinal eficaz contra la inflamación, la tos y la ronquera. Revista Internacional de Acupuntura, 4(1), 48–51. https://www.elsevier.es/es-revista-revista-internacional-acupuntura-279-pdf-S1887836910700132

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